Desde España estoy seguro de que ni se notó. En Oslo sí que se percibió la oscuridad, entre otras cosas porque el día fue muy nublado. Todos pensaban ya que no se vería nada cuando -casi milagrosamente- el cielo se despejó... un poco. De ver una grisácea y mullida capa de nubes se pasó a poder distinguir dónde estaba el SOL. Y esto fue lo que pudimos observar:
Varios miles de personas viajaron hasta Svalbard -a unos 1.200 km. del Polo Norte- para ver el eclipse. En su capital, Longyearbyen, estaba tomada por fotógrafos, científicos y curiosos con ganas de ver el espectáculo. 100% de ocupación hotelera. La anécdota graciosa al respecto, traducida de NRK:
La gente viene y se piensa que esto es más grande de lo que es. Piensan que pueden dormir en un banco en la estación de autobuses y preguntan dónde está. Pero sólo hay un autobús que circula entre el aeropuerto y los hoteles, nada más. Kjersti Norås de Visit Svarbard.
La noticia triste es que tuvieron que sacrificar a un oso polar que casi se come a un turista. Ahora queda investigar si el turista cometió una imprudencia o no. El susto y las cicatrices ya no se los quita nadie.