Sobreviviendo --- 18.07.2011
La dinámica es relativamente repetitiva. Tirar el anzuelo y recoger, tirar y recoger. A la hora de recoger hay que llevar una velocidad mínima o el anzuelo que quedará enganchado entre las piedras del fondo. Un descanso para ponerse spray anti mosquitos. Tirar, recoger, tirar, recoger. Una paradita para escuchar el silencio y a los peces saltar. Tirar, recoger, tirar, recoger.

Pescando en Femundmarka
A eso de las 00:30h.

Está claro que se puede pasar algo de hambre, ahí está el riesgo. De hecho la primera noche nos fuimos a dormir con una cruz en la pancha, o sea, sin haber probado bocado... ¿qué queréis que os diga? La aventura, es la aventura.

Pero en algún momento toda la paciencia (mentira, fue pura suerte) tras horas tirando y recogiendo dio sus frutos. Mi amigo consiguió romper la maldición de la espera con una apetitosa perca. Luego otra y después otra. Un rato después me sonrió la suerte ¡con un lucio de unos 80 cm! El lucio es un pez agresivo que tiene muchos dientes y muy afilados. Mi presa no paraba de moverse y morder, se enredó ligeramente con el hilo, lo rompió de un bocado, se liberó y se marchó.

La talla la estimó mi amigo basándose en la distancia entre la aleta trasera y la cola cuando lo tuvo cogido para que no me mordiera mientras lo sacaba del agua... en vano.

Pescar, matar, limpiar, cocinar, comer

Al día siguiente pesqué otro lucio, pero está vez no me pilló desprevenido. Debido a su agresividad y a que tienen las agallas llenas de pinchos (y la boca llena de dientes) cuesta mucho matarlos rompiéndoles el cuello. Es más rápido (¿más humanitario?) hacerlo con un cuchillo. Luego viene lo complicado... toca abrirlo, sacarle las tripas y limpiarlo. Las brasas esperan a la captura del día que en unos 10 minutillos está lista para ser degustada. ¡Buen provecho!

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