Algún miembro del club tuvo la feliz idea -allá por 1923- de crear una carrera de relevos que recorriera toda la ciudad. Unos 18 km repartidos en 15 etapas. La carrera recibió de Holmenkolnstafetten o -como también se la conoce popularmente- "el evento más bonito de la primavera".
Es un acontecimiento realmente increible. Empresas, clubes y peñas de todo el país se dieron cita el sábado para correr alrededor de la ciudad.
Pocas cosas hay en este mundo que me gusten menos que correr, pero no es fácil resistirse a la tentación de participar en algo tan típico como esta carrera. Además el compañero que se encarga del asunto deportivo tuvo problemas para encontrar a 15 voluntarios, así que accedí y participé.
Día inmejorable. Vista de Oslo y su fiordo desde el jardín en el que me colé para recuperarme después del paseito.
A mi tocó la etapa 7, la conocida como klatre-etappen (la etapa de escalar). Comienza en la estación de Slemdal y el testigo se entrega en la estación de Besserud. La etapa comienza con 350 metros planos, luego 400 de "suave" pendiente ascendiente y otros 300 metros planos para coger aliento. A continuación siguen 250 metros de ascensión, 50 metros de descenso imperceptible, 350 metros de horrible y pronunciada subida que terminan -por fin- con 90 metros que voy a describir como "ascenso plano". 1.790 metros de pura diversión, si señor.
Yo tenía pensado llegar a Slemdal en metro, pero debido a la carrera (la línea 1 no pasa bajo tierra por aquellos lares) la línea fue suspendida. Así que tuve que correr desde la parada de metro más cercana (el campus de la universidad) hasta mi posición de salida. O sea que corrí las etapas 4, 5 y 6. A unos 3/4 de terminar la sexta etapa me cogió mi compañero. Corrimos juntos hasta el punto de relevo y desde allí ya continué yo solo.
En la recta final se situaron unas preciosas chicas que animaban con sus chidillos a los corredores. Yo en aquel momento iba con la lengua fuera. Agradecí enormemente sus gritos de apoyo mientras corría. Al entregar el testigo me relajé mirando la bonita panorámica. Es de bien nacido ser agradecido, así que antes de irme fui a dar las gracias a las chicas. Se sonrojaron, sonrieron y siguieron chillando.